La
universalidad de Dios
En el libro Teología del Pluralismo
Religioso, de José María Vigil,[1] el autor indica que “En el
llamado «período axial» (800-200 a.C.) un buen número de pueblos del mundo
antiguo experimentaron un mismo tipo de transformación religiosa, que dio
origen a las grandes religiones mundiales, las «grandes religiones» o
«religiones universales» que todavía hoy permanecen. Los científicos de la
religión, así como los antropólogos, arqueólogos, teólogos, biblistas... están
de acuerdo en que el proceso interno vivido por el pueblo de Dios que se
refleja en la Biblia es un proceso estructuralmente semejante a los procesos
religiosos de los otros pueblos, al margen y antes del proceso del pueblo de
Israel.
Norberto Lohfink habla que medio siglo antes
de Moisés, antes de que Israel existiera como pueblo, todo un milenio antes de
la culminación de la profecía en Israel, existían ya hombres que, a pesar de
todas las diferencias concretas, se presentaban de forma semejante a los
profetas posteriores del pueblo judío.[2]
Así también, Vigil pone un pero al decir “Pero
al mismo tiempo es necesario tener presente la mediación humana, histórica,
contingente. No se da nunca un encuentro directo, de tú a tú, de Dios con el
hombre, sino siempre a través de mediaciones. Son los hombres los que hablan de
Dios.”
En esta parte, hoy voy a narrar una
experiencia propia, en donde sí puedo dar testimonio, que sí existe un tú a tú
con Dios, aunque la presencia de Dios, en sí no permite que tengamos un tú a
tú, de igual a igual, porque su presencia se impone y siempre, por lo menos en
lo particular, su presencia se me ha manifestado poderosa, majestuosa,
omnipotente y omnipresente.
Antes que terminara de escribir mi primer
libro Dios y las naciones, comencé a ser llamada por Dios, me llamaba Abraham
en sueños con una voz muy fuerte, yo jamás creía que fuera Dios quien me
llamaba, pensaba también que llamaba a otra persona, pero seguía usando ese
nombre, hasta que un día la misma voz se me reveló ante el Santísimo Sacramento
del Altar (hostia), lo cual provocó mi conversión. Así aprendí a conocer a
Dios. Yo tenía más o menos 3 meses de estarlo invocando, pero no llamándolo
sino pidiéndole que me escuchara y me respondió en un tú a tú. Algo sorprendente
para mí, así me indicó qué nombre ponerle al nuevo libro cuando lo finalicé de
escribir; cuando ya lo terminaba y no sabía que nombre ponerle, me puse a orar
y me dijo: “se llamará Dios y las Naciones”, también me indicó que hiciera un “ordenamiento
de las naciones” no sabía que era, pero me di cuenta que tenía que incluir a
todas las religiones, yo había escrito un modelo de República, la República
Cristiana, sin considerar a las otras naciones que tenían otras religiones, la
única manera de lograrlo era a través de una filosofía, la filosofía de la luz.
Así comprendí porqué me había cambiado el
nombre, cuando me llamaba, no me decía Vera, sino “Abraham”, considero que es
porque la filosofía de la luz llama a todas las naciones, y Abraham recibió por
herencia el mundo, padre de todas las naciones, para que se respete a Dios
desde el Estado, sin fundamentalismos, sin divisiones ni odios. En adelante,
seguí escribiendo, y cada cosa se la consulto a Dios, aprendí a no temerle, le
temía, pero Jesús me mostró al Padre, que es bueno y misericordioso, exige,
pero quien lo escucha, lo obedece con amor. Se sufre pero también se es feliz,
aprendí a cumplir con mi misión y seguir adelante. Ahora me doy cuenta que
debemos evolucionar y la filosofía de la luz nace para eso, para contribuir a
que la civilización erradique los fundamentalismos para lograr su salvación.
Tenemos que cumplir nuestro destino cumpliendo la voluntad del Padre.
Pluralismo Religioso de Principio
Continuando con el tema sobre la manifestación de Dios a la humanidad y los fundamentalismos, Vigil nos hace reflexionar al decir sobre el Fundamento teológico del «pluralismo religioso de principio» que es la manifestación de Dios desde el principio de los tiempos, sin distingo de religión: “En realidad, si reflexionamos un poco, todos podemos encontrar cuáles son los principios básicos que apoyan esta valoración positiva del pluralismo. Serían:
Continuando con el tema sobre la manifestación de Dios a la humanidad y los fundamentalismos, Vigil nos hace reflexionar al decir sobre el Fundamento teológico del «pluralismo religioso de principio» que es la manifestación de Dios desde el principio de los tiempos, sin distingo de religión: “En realidad, si reflexionamos un poco, todos podemos encontrar cuáles son los principios básicos que apoyan esta valoración positiva del pluralismo. Serían:
-la universal voluntad salvífica de Dios para
con todos los seres humanos y todos los pueblos.
-la sobreabundante riqueza y variedad de las
automanifestaciones de Dios a la Humanidad (DUPUIS, pág. 520.)
Ambas afirmaciones teológicas son de tal
calibre y de tal calado que resultan indiscutibles. Podemos añadir con Dupuis:
«El hecho de que Dios haya hablado ‘muchas veces y de diversos modos’ antes de
hablar por medio de su Hijo (Heb 1,1) no es accidental; ni el carácter plural
de la automanifestación de Dios es una mera cosa del pasado. El carácter
decisivo de la venida del Hijo en la carne en Jesucristo no cancela la
presencia y la acción universal del Verbo y del Espíritu. El pluralismo
religioso de principio se funda sobre la inmensidad de un Dios que es Amor» (DUPUIS,
pág. 520.)”
El
síndrome de los elegidos
El síndrome de los elegidos, como Vigil le
llama, analizo que es lo que sucede en la actualidad con los fundamentalistas
del Islam e Israel y en parte se da dentro del cristianismo, es a consecuencia
de la enseñanza religiosa que hemos tenido. El autor dice: “La valoración
clásica negativa del pluralismo religioso está en el origen de todos los
imperialismos, invasiones, conquistas, colonialismos, neocolonialismos,
campañas de proselitismo misionero (religioso, cultural, político)... que han
emprendido y emprenden las religiones exclusivistas. Hay que recordar que
exclusivismo y valoración negativa del pluralismo religioso son realidades
correlativas: si se da una, se da la otra. Y cuando se dan las dos, se crea una
conciencia personal y comunitaria –un «síndrome»- que nos predispone para la
justificación de todos esos errores: si nosotros somos los únicos, los que
tenemos el favor de Dios, los únicos que conocemos la revelación, y estamos
rodeados de pueblos dejados de la mano de Dios, que no le conocen, que sólo
pueden salvarse si les hacemos partícipes de nuestra religión... es claro que
estamos en una situación de superioridad que justifica que asumamos paternalistamente
su «protección». Es el «síndrome de los elegidos».” pág. 100.
Con respecto a este síndrome es necesario
tener mucha cautela, el autor indica que: “Este síndrome puede darse también,
lógicamente, en el interior de una misma sociedad. Es el caso de los sectores
fundamentalistas, que razonan así: si la Palabra de Dios –tal como la conocemos
nosotros- es la Verdad, ella debe reinar en todas partes donde sea posible,
aunque para ello haga falta conquistar e imponer esa posibilidad.” pág. 100.
A causa de este síndrome es que ahora vemos
lo que sucede en Irak, entre Palestina e Israel, África y en todo lugar en
donde se violan los derechos humanos, específicamente los religiosos a causa de
considerar que se tiene la verdad. Vigil, advierte ante lo negativo de la
visión fundamentalista: “No sólo el pluralismo religioso, sino también el
simplemente social, ideológico, cultural... quedan inviabilizados con esta
visión fundamentalista de la valoración negativa del pluralismo religioso;
también se imposibilitan la democracia, la tolerancia, el respeto a las
libertades modernas de expresión, de pensamiento, de religión (!)... así como
el respeto a los derechos humanos. Sólo tienen derechos humanos los que están
en la verdad (nuestra), no los que podrían utilizarlos para servir al error...”
pág. 100-
Sin embargo, Vigil advierte que también los
cristianos podemos ser fundamentalistas, no a todos los cristianos les gusta el
pluralismo religioso, “porque se saldría del marco de esos límites esenciales
cristianos, produciría una «ruptura», ya no sería cristiano...” pero también
indica que “aunque no cambien las verdades profundas del cristianismo, pueden
cambiar muy profundamente las formas y hasta los marcos en que aquéllas se
expresan.” pág. 103.
El autor considera que Jesús es pluralista y
estoy de acuerdo con ello y debemos meditar en eso para no caer en
fundamentalismos: “La mirada universalista de Jesús y su espíritu pluralista se
reflejan palmariamente en el «Juicio de las naciones» (Mt 25, 31ss). Las
naciones todas van a ser juzgadas por el amor y la práctica de la justicia para
con los oprimidos, con los que Él se identifica personalmente: «a mí mismo me
lo hicieron ustedes» (Mt 25,40). No les será tenida en cuenta su identidad
religiosa, ni serán interrogados sobre el cumplimiento de ningún deber
«religioso». Bastará la práctica del amor y de la justicia, la construcción del
Reino en términos del Evangelio. De Oriente y de Occidente vendrán muchos a
sentarse a la mesa en el Reino escatológico (Mt 8, 10-11; 11,20- 24), mientras
que algunos de los que ahora se consideran ciudadanos del Reino, descubrirán
que no pertenecían a él...” pág. 116
Así pues, ojalá, primero Dios que vayamos
evolucionando en nuestra óptica sobre la universalidad de Dios, para liberarnos
y desintoxicarnos del síndrome de los
elegidos sin que tengamos que ir en contra de nuestras creencias
religiosas; el pluralismo de principio
nos muestra cómo Dios es el mismo desde la primera manifestación religiosa del
hombre. Que debemos de estar unidos por su amor universal, sin odios, ni venganzas, como hermanos sin importar la religión, en paz porque todos somos hijos de Dios.
[1] TEOLOGÍA
DEL PLURALISMO RELIGIOSO. Curso sistemático de Teología Popular. José María
VIGIL. (2004) Editorial Abya Yala. Quito Ecuador.
[2] Los
profetas, ayer y hoy, en GONZÁLEZ / LOHFINK / VON RAD, Profetas verdaderos,
profetas falsos, Sígueme, Salamanca 1976, p. 107. Cfr. TORRES QUEIRUGA, ibid.,
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