Einstein y Charles Chaplin |
Einstein debe ser recordado por la generación de
sus ideas y descubrimientos, es positivo conmemorar a Einstein, no por lo que hicieron otros con sus descubrimientos, sino
por el amor con que él como ser humano trató de contribuir a un mundo mejor. Que
descanse en paz Albert Einstein y Dios tome en cuenta sus buenas obras, hoy se
celebra el día de su nacimiento 14 de marzo de 1879.
La ciencia
trata siempre de proporcionar una descripción o una explicación objetiva de los fenómenos pero siempre
la ciencia también tiene elementos subjetivos.
Las teorías
están esperando por una nueva teoría que sea tan buena o mejor. ¡Después existe
una modificación de la teoría y la hace completamente cierta! Debido, a que se
identifica con una simple comprobación objetiva.
Con algunas teorías es difícil tener la certeza de que el triunfo se va a
conseguir.
Los científicos
han rechazado la subjetividad, o sea
lo que no se puede comprobar, es una diferencia entre hechos y teorías. Aunque todo descubrimiento ha nacido de un marco
teórico de conceptos que el científico escoge libremente o sea
subjetivamente. Así que la intervención
subjetiva es legítima para lograr un descubrimiento. Por ejemplo Einstein en su
actividad científica ofrece emociones, impulsos imaginativos, convicciones
filosóficas e incluso pasión mística.
En la Biblia , con los Salmos de
David y los escritos proféticos, contaba Einstein, conoció la religión
cósmica. Einstein decía que “únicamente
un monomaníaco (afición excesiva por algo, o idea de algo) obtiene resultados”.
Los estudiosos afirman que no era monomaniaco porque sus teorías nacieron
libremente. Einstein le llamaba un
sentimiento religioso cósmico; se trataba según él, del tercer grado de la
vida religiosa; las dos primeras son respectivamente la religión-temor y la
religión-moral. Declaraba: “Sostengo que
la religiosidad cósmica es el resorte más fuerte y más noble de la
investigación científica. El sentimiento cósmico es el que da al hombre
semejante fuerza. En estos tiempos materialistas, los trabajadores científicos
serios son los únicos hombres profundamente religiosos”[1].
Es notorio,
que no le importaba a Einstein lo que pensaran otros científicos al decir: “No puedo concebir un científico que no
tenga una fe profunda. La situación puede resumirse con una imagen; la ciencia
sin la religión está coja, y la religión sin la ciencia está ciega. Ser
religioso es tratar modestamente de comprender mejor el mundo”. Mencionaba
una frase de Spinoza que hacía suya: “hay
que tener un amor intelectual por Dios”.
Einstein
asociaba la idea de religión con la
idea de que el mundo es inteligible y racional. Estaba convencido de que en
todas partes reina una estricta causalidad. El verdadero científico cree
afirmaba; que la ley causal rige todos
los acontecimientos. No le agradaban los científicos que se hundían en una chifladura estadística.
Los
científicos que no tenían la visión “religiosa” de Einstein no podían
comprenderlo y tampoco quebrantarlo, consideraban escandalosas sus teorías
cuando no tenían un comportamiento previsible.
Lo que
Einstein había descubierto es que el hombre como individuo no es gran cosa pero
tiene la posibilidad de contemplar el orden universal. Además como Dios es
todopoderoso, en la concepción cósmica religiosa de Einstein se podían
comprender aspectos no palpables, pero si imaginables, de ahí que profundizara
y creara en su mente mundos maravillosos que daban espacio a nuevas teorías.
Decía que: “el individuo; desea comprobar
que el universo es una unidad con significado” En cambio el hombre religioso; “se ha liberado de las trabas que
constituyen deseos egoístas, y se ha orientado hacia pensamientos, sentimientos
y aspiraciones (que tienen) un valor suprapersonal”. En sus notas
autobiográficas, Einstein vuelve a sacar el tema: “hay que liberarse de las cadenas de lo “puramente personal” y
esforzarse en descubrir un mundo “extrapersonal” que constituya un nuevo
paraíso”.[2]
Este
realismo epistemológico de Einstein nacía de una subjetividad de la que
carecían los científicos realistas y objetivos. Analistas consideran que
Einstein realizó la teoría de la relatividad para disfrutar de un mundo más
real y satisfactorio que el pobre mundo en el que nosotros convivimos día a
día. En su forma general el principio de la relatividad puede enunciarse así: “Todos los cuerpos de referencia, cualquiera
que sea su estado de movimiento, son equivalentes para la descripción de la
naturaleza (formación de las leyes generales de la naturaleza)”. En un
lenguaje ordinario el principio de la relatividad traduce la voluntad de
encontrar una imagen del mundo que sea
independiente de la situación de los diversos observadores.
En esto
baso el análisis que mencioné con anterioridad, sobre que los artistas son más
sensibles y tienen otra perspectiva. La perspectiva del observador es la que
manda y gobierna nuestras ideas. Todas las leyes de la naturaleza pueden
convertirse primero en teorías subjetivas, pasar a teorías objetivas y después
al triunfo comprobado de un hecho.
No existe
locura en la generación de ideas y en la creación de teorías, si hemos mermado
nuestra evolución teórica, sea subjetiva u objetiva, es debido a los estereotipos
educativos que moldean a los individuos.
El asistir
a la universidad es un privilegio, pero cuando el cerebro recibe datos específicos
sobre una visión o postura en un centro de estudios, el cerebro se acostumbra y
no genera nuevas ideas. La mentalidad del ser humano está encasillada en formas
específicas de generación de ideas, nuestro cerebro está limitado y no trabaja
libremente. La evolución del ser humano tiene que nacer de un individuo que
tenga la capacidad de lograr visionar diferentes perspectivas de la naturaleza
de su entorno y de los contenidos didácticos que reciba. La ciencia, la
religión, la espiritualidad, todos son aspectos que difieren dependiendo del cristal con que se miren.
La realidad
superior nace de construir un mundo más allá de nuestras posibilidades, de
nuestras sensaciones y percepciones, dotado de una realidad superior.
Las
entidades educativas deben transmitir datos pero jamás olvidar que el hombre es
un ser en proceso evolutivo y tiene que expandirse, generar ideas, liberar su
capacidad cerebral, dejarlo o permitirle ser, crear teorías por muy locas que
parezcan. Es necesario dirigir sus esfuerzos a especulaciones relativistas. El
cerebro está conformado por diferentes partes, cada parte tiene una
responsabilidad porque sirve como procesador de ciertos datos específicos. Como
el cerebro se maneja por impulsos eléctricos, si la electricidad no se
transfiere a una parte por cierto período, tiende esta “porción” del cerebro a
dejar de funcionar de una forma normal. Es necesario que nuestro sistema
cerebral esté enviando impulsos eléctricos a todas las partes, esforzándonos al
principio cuando una parte ha estado débil, más adelante será fácil volverla a
poner e funcionamiento, de igual manera que las otras que están más
desarrolladas. Cómo el cerebro es una máquina, pero es hecha por Dios, tiene la
capacidad de ser una máquina en proceso de evolución, puede mejorarse y
perfeccionarse.
En 1923,
Christian Cornelissen, deploraba las “alucinaciones” de Einstein: Denunciaba
públicamente sus “ideas absurdas” y el dejarse “extraviar en las esferas de la
Metafísica”.
Los que
defendían a Einstein decían que Cornelessen tenía razón, pero de forma
sarcástica, porque Einstein era un atrevido al formular semejantes teorías y a
la vez tener una confianza extraordinaria en presupuestos que al final
resultaban evidentes. Leopold Infield, declaraba: “Einstein dice sobre la teoría de la relatividad: “En modo alguno se trata de un acto
revolucionario, sino del desarrollo natural de las etapas a lo largo de los
siglos” Pero, su estilo es sencillo,
es notable en más de un sentido, su total comprensión requiere una madurez de
espíritu y de gusto que es más rara y más preciosas que el saber pedante.”[3]
Edmund
Whittaker, cuya historia de las teorías
de éter y la electricidad había sentado cátedra. Subestimó el valor
intelectual de Einstein al dejarse llevar por su radicalismo
filosófico-científico. Whittaker buscaba atribuir a Poincaré y Lorentz la
teoría de la relatividad. Pero Einstein tocó la alarma de aviso primero. La
diferencia estaba en que Poincaré era conservador, y Einstein no había dudado
en abrir una nueva vía. Para crear la teoría de la relatividad no bastaba con
ser inteligente, también lo bastante loco y atrevido para elegir nuevas bases a
pesar de su carácter paradójico.
Einstein lo
descubrió primero, a pesar que varios científicos estaban muy cerca de hacerlo
no lo lograban. Fue por su religión cósmica,
porque la teoría no puede deducirse de la experiencia; se inventa libremente.
El científico tiene que ser un “racionalista”, debe dar pruebas de una
imaginación especulativa, forjar unos principios y unos conceptos que se
anticipen a la experiencia.
“El qué
dirán”, en la generación de ideas y teorías es un obstáculo para la ciencia y
la religión. La retrógrada metafísica se derrotó con la teoría de la
relatividad. La experiencia del científico Michelson, dicen muchos científicos,
fue la que originó la teoría de la relatividad de Einstein. El problema con
Michelson era que no tenía la experiencia imaginaria que tenía Einstein. La
mente de Einstein estaba preparada desde hacía tiempo para manejar determinados
problemas fundamentales y hacer funcionar determinados conceptos. Era el fruto
de una maduración general y teórica pero acompañada de una libertad de
pensamiento. En su religión cósmica recurrió a consideraciones estéticas para elaborar
sus concepciones teóricas. Existe una caricatura de Michelson dónde le está
haciendo una mala seña a Einstein, enojado porque no pudo rebasarlo.
Los estudiosos[4]
de Einstein indican que tuvo dificultades para hablar cuando era pequeño.
Einstein explicaba que debido a eso logró la teoría de la relatividad, porque
por no poder hablar se servía de signos e imágenes de forma inconsciente. Ese
pensamiento con imágenes ayudó poderosamente a Einstein a pensar de una forma
original en los conceptos de tiempo y espacio. Esto comprueba mi teoría sobre
la evolución de los sentidos. Es posible desarrollar nuestra inteligencia
fortaleciendo los sentidos. Einstein lo logró debido a la deficiencia que
padecía en un sentido pero nosotros podemos lograrlo conscientemente.
Una
educación “cumplida” hace que los conceptos que aprenden sean naturales. Crea
conformistas y priva de cuestionarse y hacerse presupuestos sobre los
conocimientos transmitidos. Todo está ya dado, ya hecho, ya experimentado, no
existen dudas, preguntas o imágenes creadas por la imaginación. El cerebro se
acostumbra a recibir datos no ha generar. Un espíritu moldeado y socializado
con estereotipos establecidos los cuales son irrompibles, no puede lograr otras
perspectivas. Es necesario el estudio pero acompañado de una verdadera
autonomía intelectual. Einstein fue educado en la religión judía y católica,
era desconfiado con la enseñanza oficial, se mantenía en un libre pensamiento
positivamente fanático podríamos llamarle.
Las teorías
deben ser un proceso social, una iniciativa cultural que se podría juzgar de
escandalosa, pero el ser humano la necesita. Además, es emocionante y atrevido crear
algo, lo que sea, si es para bien y nace de nuestro intelecto. En conclusión
podemos analizar que el conformismo evita la evolución teórica de nuestra
especie. Hay que dar el paso, ser diferentes, originales, creativos,
emprendedores, naturales y subjetivos.
Después de
la teoría de Einstein, nuestra medida del espacio es relativa, así como nuestra
medida del tiempo. Significa que dichas medidas dependen de la posición del
observador y que no hay ningún observador privilegiado. Einstein lo definió “me he vendido en cuerpo y alma a la ciencia,
por motivos y no por razones, he huido del yo y del nosotros por el hay.”
Hay más
teorías, hay más ciencia religiosa, o religión cósmica, existe mucho más allá
de nuestra perspectiva…
En los momentos de crisis, sólo la imaginación es
más importante que el conocimiento. Albert Einstein.
[3] Texto publicado, salvo las notas a pie de página, en la Revista
de la Unión Iberoamericana de Sociedades de
Física, vol. 1, págs. 35-53, Enero
de 2005.
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