sábado, 14 de marzo de 2015

La Religión Cósmica de Einstein y la Evolución Teórica

Einstein y Charles Chaplin
Einstein debe ser recordado por la generación de sus ideas y descubrimientos, es positivo conmemorar a Einstein, no por lo que hicieron otros con sus descubrimientos, sino por el amor con que él como ser humano trató de contribuir a un mundo mejor. Que descanse en paz Albert Einstein y Dios tome en cuenta sus buenas obras, hoy se celebra el día de su nacimiento 14 de marzo de 1879.
La ciencia trata siempre de proporcionar una descripción o una explicación objetiva de los fenómenos pero siempre la ciencia también tiene elementos subjetivos.

Las teorías están esperando por una nueva teoría que sea tan buena o mejor. ¡Después existe una modificación de la teoría y la hace completamente cierta! Debido, a que se identifica con una simple comprobación objetiva. Con algunas teorías es difícil tener la certeza de que el triunfo se va a conseguir.

Los científicos han rechazado la subjetividad, o sea lo que no se puede comprobar, es una diferencia entre hechos y teorías. Aunque todo descubrimiento ha nacido de un marco teórico de conceptos que el científico escoge libremente o sea subjetivamente.  Así que la intervención subjetiva es legítima para lograr un descubrimiento. Por ejemplo Einstein en su actividad científica ofrece emociones, impulsos imaginativos, convicciones filosóficas e incluso pasión mística.

En la Biblia, con los Salmos de David y los escritos proféticos, contaba Einstein, conoció la religión cósmica. Einstein decía que “únicamente un monomaníaco (afición excesiva por algo, o idea de algo) obtiene resultados”. Los estudiosos afirman que no era monomaniaco porque sus teorías nacieron libremente. Einstein le llamaba un sentimiento religioso cósmico; se trataba según él, del tercer grado de la vida religiosa; las dos primeras son respectivamente la religión-temor y la religión-moral. Declaraba: “Sostengo que la religiosidad cósmica es el resorte más fuerte y más noble de la investigación científica. El sentimiento cósmico es el que da al hombre semejante fuerza. En estos tiempos materialistas, los trabajadores científicos serios son los únicos hombres profundamente religiosos”[1].

Es notorio, que no le importaba a Einstein lo que pensaran otros científicos al decir: “No puedo concebir un científico que no tenga una fe profunda. La situación puede resumirse con una imagen; la ciencia sin la religión está coja, y la religión sin la ciencia está ciega. Ser religioso es tratar modestamente de comprender mejor el mundo”. Mencionaba una frase de Spinoza que hacía suya: “hay que tener un amor intelectual por Dios”.

Einstein asociaba la idea de religión con la idea de que el mundo es inteligible y racional. Estaba convencido de que en todas partes reina una estricta causalidad. El verdadero científico cree afirmaba; que la ley causal rige todos los acontecimientos. No le agradaban los científicos que se hundían en una chifladura estadística.

Los científicos que no tenían la visión “religiosa” de Einstein no podían comprenderlo y tampoco quebrantarlo, consideraban escandalosas sus teorías cuando no tenían un comportamiento previsible.
Lo que Einstein había descubierto es que el hombre como individuo no es gran cosa pero tiene la posibilidad de contemplar el orden universal. Además como Dios es todopoderoso, en la concepción cósmica religiosa de Einstein se podían comprender aspectos no palpables, pero si imaginables, de ahí que profundizara y creara en su mente mundos maravillosos que daban espacio a nuevas teorías. Decía que: “el individuo; desea comprobar que el universo es una unidad con significado” En cambio el hombre religioso; “se ha liberado de las trabas que constituyen deseos egoístas, y se ha orientado hacia pensamientos, sentimientos y aspiraciones (que tienen) un valor suprapersonal”. En sus notas autobiográficas, Einstein vuelve a sacar el tema: “hay que liberarse de las cadenas de lo “puramente personal” y esforzarse en descubrir un mundo “extrapersonal” que constituya un nuevo paraíso”.[2]

Este realismo epistemológico de Einstein nacía de una subjetividad de la que carecían los científicos realistas y objetivos. Analistas consideran que Einstein realizó la teoría de la relatividad para disfrutar de un mundo más real y satisfactorio que el pobre mundo en el que nosotros convivimos día a día. En su forma general el principio de la relatividad puede enunciarse así: “Todos los cuerpos de referencia, cualquiera que sea su estado de movimiento, son equivalentes para la descripción de la naturaleza (formación de las leyes generales de la naturaleza)”. En un lenguaje ordinario el principio de la relatividad traduce la voluntad de encontrar una imagen del mundo que sea independiente de la situación de los diversos observadores.

En esto baso el análisis que mencioné con anterioridad, sobre que los artistas son más sensibles y tienen otra perspectiva. La perspectiva del observador es la que manda y gobierna nuestras ideas. Todas las leyes de la naturaleza pueden convertirse primero en teorías subjetivas, pasar a teorías objetivas y después al triunfo comprobado de un hecho.

No existe locura en la generación de ideas y en la creación de teorías, si hemos mermado nuestra evolución teórica, sea subjetiva u objetiva, es debido a los estereotipos educativos que moldean a los individuos.
El asistir a la universidad es un privilegio, pero cuando el cerebro recibe datos específicos sobre una visión o postura en un centro de estudios, el cerebro se acostumbra y no genera nuevas ideas. La mentalidad del ser humano está encasillada en formas específicas de generación de ideas, nuestro cerebro está limitado y no trabaja libremente. La evolución del ser humano tiene que nacer de un individuo que tenga la capacidad de lograr visionar diferentes perspectivas de la naturaleza de su entorno y de los contenidos didácticos que reciba. La ciencia, la religión, la espiritualidad, todos son aspectos que difieren dependiendo del cristal con que se miren.

La realidad superior nace de construir un mundo más allá de nuestras posibilidades, de nuestras sensaciones y percepciones, dotado de una realidad superior.
Las entidades educativas deben transmitir datos pero jamás olvidar que el hombre es un ser en proceso evolutivo y tiene que expandirse, generar ideas, liberar su capacidad cerebral, dejarlo o permitirle ser, crear teorías por muy locas que parezcan. Es necesario dirigir sus esfuerzos a especulaciones relativistas. El cerebro está conformado por diferentes partes, cada parte tiene una responsabilidad porque sirve como procesador de ciertos datos específicos. Como el cerebro se maneja por impulsos eléctricos, si la electricidad no se transfiere a una parte por cierto período, tiende esta “porción” del cerebro a dejar de funcionar de una forma normal. Es necesario que nuestro sistema cerebral esté enviando impulsos eléctricos a todas las partes, esforzándonos al principio cuando una parte ha estado débil, más adelante será fácil volverla a poner e funcionamiento, de igual manera que las otras que están más desarrolladas. Cómo el cerebro es una máquina, pero es hecha por Dios, tiene la capacidad de ser una máquina en proceso de evolución, puede mejorarse y perfeccionarse.

En 1923, Christian Cornelissen, deploraba las “alucinaciones” de Einstein: Denunciaba públicamente sus “ideas absurdas” y el dejarse “extraviar en las esferas de la Metafísica”.
Los que defendían a Einstein decían que Cornelessen tenía razón, pero de forma sarcástica, porque Einstein era un atrevido al formular semejantes teorías y a la vez tener una confianza extraordinaria en presupuestos que al final resultaban evidentes. Leopold Infield, declaraba: “Einstein dice sobre la teoría de la relatividad:En modo alguno se trata de un acto revolucionario, sino del desarrollo natural de las etapas a lo largo de los siglos” Pero, su estilo es sencillo, es notable en más de un sentido, su total comprensión requiere una madurez de espíritu y de gusto que es más rara y más preciosas que el saber pedante.”[3] 

Edmund Whittaker, cuya historia de las teorías de éter y la electricidad había sentado cátedra. Subestimó el valor intelectual de Einstein al dejarse llevar por su radicalismo filosófico-científico. Whittaker buscaba atribuir a Poincaré y Lorentz la teoría de la relatividad. Pero Einstein tocó la alarma de aviso primero. La diferencia estaba en que Poincaré era conservador, y Einstein no había dudado en abrir una nueva vía. Para crear la teoría de la relatividad no bastaba con ser inteligente, también lo bastante loco y atrevido para elegir nuevas bases a pesar de su carácter paradójico.
Einstein lo descubrió primero, a pesar que varios científicos estaban muy cerca de hacerlo no lo lograban. Fue por su religión cósmica, porque la teoría no puede deducirse de la experiencia; se inventa libremente. El científico tiene que ser un “racionalista”, debe dar pruebas de una imaginación especulativa, forjar unos principios y unos conceptos que se anticipen a la experiencia.

“El qué dirán”, en la generación de ideas y teorías es un obstáculo para la ciencia y la religión. La retrógrada metafísica se derrotó con la teoría de la relatividad. La experiencia del científico Michelson, dicen muchos científicos, fue la que originó la teoría de la relatividad de Einstein. El problema con Michelson era que no tenía la experiencia imaginaria que tenía Einstein. La mente de Einstein estaba preparada desde hacía tiempo para manejar determinados problemas fundamentales y hacer funcionar determinados conceptos. Era el fruto de una maduración general y teórica pero acompañada de una libertad de pensamiento.  En su religión cósmica recurrió a consideraciones estéticas para elaborar sus concepciones teóricas. Existe una caricatura de Michelson dónde le está haciendo una mala seña a Einstein, enojado porque no pudo rebasarlo.

Los estudiosos[4] de Einstein indican que tuvo dificultades para hablar cuando era pequeño. Einstein explicaba que debido a eso logró la teoría de la relatividad, porque por no poder hablar se servía de signos e imágenes de forma inconsciente. Ese pensamiento con imágenes ayudó poderosamente a Einstein a pensar de una forma original en los conceptos de tiempo y espacio. Esto comprueba mi teoría sobre la evolución de los sentidos. Es posible desarrollar nuestra inteligencia fortaleciendo los sentidos. Einstein lo logró debido a la deficiencia que padecía en un sentido pero nosotros podemos lograrlo conscientemente.

Una educación “cumplida” hace que los conceptos que aprenden sean naturales. Crea conformistas y priva de cuestionarse y hacerse presupuestos sobre los conocimientos transmitidos. Todo está ya dado, ya hecho, ya experimentado, no existen dudas, preguntas o imágenes creadas por la imaginación. El cerebro se acostumbra a recibir datos no ha generar. Un espíritu moldeado y socializado con estereotipos establecidos los cuales son irrompibles, no puede lograr otras perspectivas. Es necesario el estudio pero acompañado de una verdadera autonomía intelectual. Einstein fue educado en la religión judía y católica, era desconfiado con la enseñanza oficial, se mantenía en un libre pensamiento positivamente fanático podríamos llamarle.

Las teorías deben ser un proceso social, una iniciativa cultural que se podría juzgar de escandalosa, pero el ser humano la necesita. Además, es emocionante y atrevido crear algo, lo que sea, si es para bien y nace de nuestro intelecto. En conclusión podemos analizar que el conformismo evita la evolución teórica de nuestra especie. Hay que dar el paso, ser diferentes, originales, creativos, emprendedores, naturales y subjetivos.

Después de la teoría de Einstein, nuestra medida del espacio es relativa, así como nuestra medida del tiempo. Significa que dichas medidas dependen de la posición del observador y que no hay ningún observador privilegiado. Einstein lo definió “me he vendido en cuerpo y alma a la ciencia, por motivos y no por razones, he huido del yo y del nosotros por el hay.”

Hay más teorías, hay más ciencia religiosa, o religión cósmica, existe mucho más allá de nuestra perspectiva…

En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.    Albert Einstein.




[1] Hick, J. Introducción a la Fenomenología de la Religión, Filosofía de la Religión. 1965.
[2] Notas Autobiográficas. Albert Einstein. Alianza Editorial, 2003.
[3] Texto publicado, salvo las notas a pie de página, en la Revista de la Unión Iberoamericana de Sociedades de
Física, vol. 1, págs. 35-53, Enero de 2005.
[4] Ibid.

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