sábado, 23 de agosto de 2014

El síndrome de los elegidos


La universalidad de Dios
En el libro Teología del Pluralismo Religioso, de José María Vigil,[1] el autor indica que “En el llamado «período axial» (800-200 a.C.) un buen número de pueblos del mundo antiguo experimentaron un mismo tipo de transformación religiosa, que dio origen a las grandes religiones mundiales, las «grandes religiones» o «religiones universales» que todavía hoy permanecen. Los científicos de la religión, así como los antropólogos, arqueólogos, teólogos, biblistas... están de acuerdo en que el proceso interno vivido por el pueblo de Dios que se refleja en la Biblia es un proceso estructuralmente semejante a los procesos religiosos de los otros pueblos, al margen y antes del proceso del pueblo de Israel.

Norberto Lohfink habla que medio siglo antes de Moisés, antes de que Israel existiera como pueblo, todo un milenio antes de la culminación de la profecía en Israel, existían ya hombres que, a pesar de todas las diferencias concretas, se presentaban de forma semejante a los profetas posteriores del pueblo judío.[2]

Por lo anterior, Vigil y otros teólogos consideran la revelación, no como una verdad de una religión sino que “La revelación es un proceso universal, que se da en todos los pueblos. Todos los pueblos son humanos, y pertenece al ser humano la necesidad de dotarse de un sentido religioso, tanto individual como comunitariamente.” (Vigil 2004. pág. 87)

Así también, Vigil pone un pero al decir “Pero al mismo tiempo es necesario tener presente la mediación humana, histórica, contingente. No se da nunca un encuentro directo, de tú a tú, de Dios con el hombre, sino siempre a través de mediaciones. Son los hombres los que hablan de Dios.”

En esta parte, hoy voy a narrar una experiencia propia, en donde sí puedo dar testimonio, que sí existe un tú a tú con Dios, aunque la presencia de Dios, en sí no permite que tengamos un tú a tú, de igual a igual, porque su presencia se impone y siempre, por lo menos en lo particular, su presencia se me ha manifestado poderosa, majestuosa, omnipotente y omnipresente.

Antes que terminara de escribir mi primer libro Dios y las naciones, comencé a ser llamada por Dios, me llamaba Abraham en sueños con una voz muy fuerte, yo jamás creía que fuera Dios quien me llamaba, pensaba también que llamaba a otra persona, pero seguía usando ese nombre, hasta que un día la misma voz se me reveló ante el Santísimo Sacramento del Altar (hostia), lo cual provocó mi conversión. Así aprendí a conocer a Dios. Yo tenía más o menos 3 meses de estarlo invocando, pero no llamándolo sino pidiéndole que me escuchara y me respondió en un tú a tú. Algo sorprendente para mí, así me indicó qué nombre ponerle al nuevo libro cuando lo finalicé de escribir; cuando ya lo terminaba y no sabía que nombre ponerle, me puse a orar y me dijo: “se llamará Dios y las Naciones”, también me indicó que hiciera un “ordenamiento de las naciones” no sabía que era, pero me di cuenta que tenía que incluir a todas las religiones, yo había escrito un modelo de República, la República Cristiana, sin considerar a las otras naciones que tenían otras religiones, la única manera de lograrlo era a través de una filosofía, la filosofía de la luz.

Así comprendí porqué me había cambiado el nombre, cuando me llamaba, no me decía Vera, sino “Abraham”, considero que es porque la filosofía de la luz llama a todas las naciones, y Abraham recibió por herencia el mundo, padre de todas las naciones, para que se respete a Dios desde el Estado, sin fundamentalismos, sin divisiones ni odios. En adelante, seguí escribiendo, y cada cosa se la consulto a Dios, aprendí a no temerle, le temía, pero Jesús me mostró al Padre, que es bueno y misericordioso, exige, pero quien lo escucha, lo obedece con amor. Se sufre pero también se es feliz, aprendí a cumplir con mi misión y seguir adelante. Ahora me doy cuenta que debemos evolucionar y la filosofía de la luz nace para eso, para contribuir a que la civilización erradique los fundamentalismos para lograr su salvación. Tenemos que cumplir nuestro destino cumpliendo la voluntad del Padre.


Pluralismo Religioso de Principio
Continuando con el tema sobre la manifestación de Dios a la humanidad y los fundamentalismos, Vigil nos hace reflexionar al decir sobre el Fundamento teológico del «pluralismo religioso de principio» que es la manifestación de Dios desde el principio de los tiempos, sin distingo de religión: “En realidad, si reflexionamos un poco, todos podemos encontrar cuáles son los principios básicos que apoyan esta valoración positiva del pluralismo. Serían:
-la universal voluntad salvífica de Dios para con todos los seres humanos y todos los pueblos.
-la sobreabundante riqueza y variedad de las automanifestaciones de Dios a la Humanidad (DUPUIS, pág. 520.)
Ambas afirmaciones teológicas son de tal calibre y de tal calado que resultan indiscutibles. Podemos añadir con Dupuis: «El hecho de que Dios haya hablado ‘muchas veces y de diversos modos’ antes de hablar por medio de su Hijo (Heb 1,1) no es accidental; ni el carácter plural de la automanifestación de Dios es una mera cosa del pasado. El carácter decisivo de la venida del Hijo en la carne en Jesucristo no cancela la presencia y la acción universal del Verbo y del Espíritu. El pluralismo religioso de principio se funda sobre la inmensidad de un Dios que es Amor» (DUPUIS, pág. 520.)”


El síndrome de los elegidos
El síndrome de los elegidos, como Vigil le llama, analizo que es lo que sucede en la actualidad con los fundamentalistas del Islam e Israel y en parte se da dentro del cristianismo, es a consecuencia de la enseñanza religiosa que hemos tenido. El autor dice: “La valoración clásica negativa del pluralismo religioso está en el origen de todos los imperialismos, invasiones, conquistas, colonialismos, neocolonialismos, campañas de proselitismo misionero (religioso, cultural, político)... que han emprendido y emprenden las religiones exclusivistas. Hay que recordar que exclusivismo y valoración negativa del pluralismo religioso son realidades correlativas: si se da una, se da la otra. Y cuando se dan las dos, se crea una conciencia personal y comunitaria –un «síndrome»- que nos predispone para la justificación de todos esos errores: si nosotros somos los únicos, los que tenemos el favor de Dios, los únicos que conocemos la revelación, y estamos rodeados de pueblos dejados de la mano de Dios, que no le conocen, que sólo pueden salvarse si les hacemos partícipes de nuestra religión... es claro que estamos en una situación de superioridad que justifica que asumamos paternalistamente su «protección». Es el «síndrome de los elegidos».” pág. 100.

Con respecto a este síndrome es necesario tener mucha cautela, el autor indica que: “Este síndrome puede darse también, lógicamente, en el interior de una misma sociedad. Es el caso de los sectores fundamentalistas, que razonan así: si la Palabra de Dios –tal como la conocemos nosotros- es la Verdad, ella debe reinar en todas partes donde sea posible, aunque para ello haga falta conquistar e imponer esa posibilidad.” pág. 100.

A causa de este síndrome es que ahora vemos lo que sucede en Irak, entre Palestina e Israel, África y en todo lugar en donde se violan los derechos humanos, específicamente los religiosos a causa de considerar que se tiene la verdad. Vigil, advierte ante lo negativo de la visión fundamentalista: “No sólo el pluralismo religioso, sino también el simplemente social, ideológico, cultural... quedan inviabilizados con esta visión fundamentalista de la valoración negativa del pluralismo religioso; también se imposibilitan la democracia, la tolerancia, el respeto a las libertades modernas de expresión, de pensamiento, de religión (!)... así como el respeto a los derechos humanos. Sólo tienen derechos humanos los que están en la verdad (nuestra), no los que podrían utilizarlos para servir al error...” pág. 100-

Sin embargo, Vigil advierte que también los cristianos podemos ser fundamentalistas, no a todos los cristianos les gusta el pluralismo religioso, “porque se saldría del marco de esos límites esenciales cristianos, produciría una «ruptura», ya no sería cristiano...” pero también indica que “aunque no cambien las verdades profundas del cristianismo, pueden cambiar muy profundamente las formas y hasta los marcos en que aquéllas se expresan.” pág. 103.

El autor considera que Jesús es pluralista y estoy de acuerdo con ello y debemos meditar en eso para no caer en fundamentalismos: “La mirada universalista de Jesús y su espíritu pluralista se reflejan palmariamente en el «Juicio de las naciones» (Mt 25, 31ss). Las naciones todas van a ser juzgadas por el amor y la práctica de la justicia para con los oprimidos, con los que Él se identifica personalmente: «a mí mismo me lo hicieron ustedes» (Mt 25,40). No les será tenida en cuenta su identidad religiosa, ni serán interrogados sobre el cumplimiento de ningún deber «religioso». Bastará la práctica del amor y de la justicia, la construcción del Reino en términos del Evangelio. De Oriente y de Occidente vendrán muchos a sentarse a la mesa en el Reino escatológico (Mt 8, 10-11; 11,20- 24), mientras que algunos de los que ahora se consideran ciudadanos del Reino, descubrirán que no pertenecían a él...” pág. 116

Así pues, ojalá, primero Dios que vayamos evolucionando en nuestra óptica sobre la universalidad de Dios, para liberarnos y desintoxicarnos del síndrome de los elegidos sin que tengamos que ir en contra de nuestras creencias religiosas; el pluralismo de principio nos muestra cómo Dios es el mismo desde la primera manifestación religiosa del hombre. Que debemos de estar unidos por su amor universal, sin odios, ni venganzas, como hermanos sin importar la religión, en paz porque todos somos hijos de Dios.



[1] TEOLOGÍA DEL PLURALISMO RELIGIOSO. Curso sistemático de Teología Popular. José María VIGIL. (2004) Editorial Abya Yala. Quito Ecuador.
[2] Los profetas, ayer y hoy, en GONZÁLEZ / LOHFINK / VON RAD, Profetas verdaderos, profetas falsos, Sígueme, Salamanca 1976, p. 107. Cfr. TORRES QUEIRUGA, ibid., 69.